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"Juan Ayuso: La dualidad de un talento en ascenso en el ciclismo"

En los Emiratos Árabes Unidos hay corredores indiscutibles, como Tadej Pogacar y Marc Soler, este último, a sus 28 años, aceptó que nunca alcanzaría la cima que anhelaba y que disfrutaría más de su carrera, sin las presiones de ser el líder, como gregario de los campeones. Algunos han dejado atrás sus aspiraciones. Juan Ayuso no es uno de ellos. Ayuso posee una convicción y está dispuesto a luchar por ella. Su deseo es, sueña con ser, el mejor ciclista del mundo. Sin embargo, ¿está realmente preparado para afrontar las exigencias y la ambición que inspiran cada una de sus decisiones?

Ayuso, que a los 19 años, en 2022, subió al podio de su primera grande, la Vuelta, comenzó 2024 ganando la Vuelta al País Vasco del desastroso accidente de Vingegaard, Evenepoel y Roglic. Después dominó el Tour de Romandía hasta el penúltimo día, y naufragó en la etapa de montaña. Se cayó en la Dauphiné Libéré y en el Tour duró 10 días, una bronca, un lucimiento en el Galibier y un covid. Ahí se acabó su año. “Un poco del lado bueno y también un poco del otro”, dice. “Pero creo que, en general, he seguido progresando”.

Cuando habla de su vida deportiva, sintetizada en la pasada temporada, Ayuso, que acaba de cumplir 22 años, recurre al ying al yang, las fuerzas complementarias, y a la vez opuestas, el blanco y el negro, que, según la filosofía china, conforman un sistema dinámico, quizás la vida, y que aunque el ciclista español más atractivo lo resume en lo bueno y lo malo que le ocurrió en 2024 también puede servir para iluminar la contradicción que caracteriza su carrera profesional pasada y la del futuro también. El deseo blanco y la realidad negra. El mejor ciclista del mundo se llama Tadej Pogacar, tiene apenas cuatro años más solamente y corre en su mismo equipo. “Quiero ser mejor que él porque él es el mejor. Sueño con ser un día como él. Y para ser como él tengo que ganarle. Pero, por supuesto, no quiero que esto sea un malentendido porque no es que él sea mi rival, sino que es el centro de atención. Él pone el listón y yo intento alcanzarlo”.